RECITALES Y ARTÍCULOS

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                                            DÍAS DE QUIMIO Y ROSAS (2014)





El poeta nos presenta, aquí, sus Días de quimio y rosas: el cáncer de mama visto por el que anda al otro lado de la cama. En este caso, el poeta, que nos acerca a esta enfermedad que tan maleadas muchachas devuelve. Su camino de espinas y de esperanzas rosas que ha recorrido con su amada, que estará ya siempre recorriendo porque sabe que nunca se cierra del todo ese paréntesis de los días de otra vida, que te la cambia. Vida íntima suya que poetiza con un lenguaje sencillo, a ras del suelo, que te emociona. Él está ahí, como un centinela a la puerta del dolor, con sus armas: la fidelidad, la alegría, la paciencia, la poesía, y sobre todo con el amor, del que sabe que, a la tarde, en el otoño de la vida, le examinarán, nos examinarán a todos.

                                                   
                                                        CINCO LOBITOS


Hay días
que para no gastar vida
casi no habla
¿Cómo estás hoy?
Y me hace un gesto con la mano
como si me cantara
cinco lobitos…
Asomada al balcón
de su cuerpo en llamas
su horizonte sigue siendo
tachar con una cruz
una fecha
en la hoja del calendario
de la cocina
casi ya cerrando el paréntesis
de estos días de otra vida
de esta apisonadora  
del protocolo frío
que tan maleadas muchachas
devuelve

Yo ahora
en este tres  dos  uno
de broche final
bromeo y la llamo
miss mundo en horas bajas
o rastrojo hermoso
o trapo de cocina Armani
Pero ayer en el box
intenté vestirme con su fatiga
colarme por la rendija
de sus ojos de mármol
Ser como la hebra del ovillo de su calvario
y se me apareció ese animal
de fondo de miedo del después
el que no te deja subir a la mesa
a bailar

Ahora la piel debería volver a erizarse…
Volverse de terciopelo             


                                                

                                                EL AMANTE DE PAPEL (2015)




Bueno Rubén, qué decirte de este amante de papel que invita a colarse por la lucera de su sueño. Bien poco tardé, al arrollarme la sorpresa de verme en esa dormida belleza mía dibujada, en llevármelo para la cama, y, ahí, entre las sábanas, qué mejor que al oler su perfume a aserradero empezar  a paladearlo, pasándole la palma de la mano, de arriba abajo, como si fuese el talle de un amante mío de garlopa y serrucho y lluvia de serrín al que le desenredara de los cabellos y del vello del torso, cada viruta, pero como si fueran sortijas de la madera de un árbol herido por mil flechas de amor.
Y aún sin abrirlo, le di la vuelta, que me gusta antes de empezar a desvestirle, empaparme también de su envés, que, a veces, oh qué dulce tristeza Rubén esa habitación del hijo, basta una rendija en esa puerta de atrás para llegar a ser una eterna pequeña llama en el estante de la pared, algo así como con esa desnuda espalda que abandonas temprano, a la que te basta con lanzarle una ojeada para que toda tu vida la veas pasar por sobre esa piel dormida.
Lo trashojé luego como un rito, como si necesitara su caligrafía levar anclas, como si yo  le devolviera a los versos en penumbra luz de libertad. Y ya al abrirlo, al desnudarlo, una mano tibia me empezó a correr despacio por recodos míos que yo no conocía. Me trajo recuerdos que aún yo no había vivido. Me enseñó a mirar las cosas desde donde se mueren, y, a ratos, escuchaba esa pequeña campana, ese perdido cascabel de vieja cuna de luciérnagas que sólo tintinea con la poesía que zarpa de la dársena de un corazón herido de vida. Al final le puse en un costado una nota a lápiz para hacerlo así más de carne y de hueso, para dejarle una llaga mía en el tiempo; a esos ojos que quizás aún no han nacido y una noche resbalen también sobre la suave duna de mis dos renglones y me remueva en el olvido.
 Y entre las sábanas, este amante de papel cayéndose sobre mi pecho, me iba dulcemente cerrando los ojos Rubén, como la lluvia en una noche de amor.
               
 La chica con un libro de poemas sobre el corazón
Junio 2015 



LA HABITACIÓN DEL HIJO

                                                a mi hijo Rubén
Son miradas
que nos hacen callar
Que lo dicen todo
Un día tenía que ser:
Las alas del hijo
Su vuelo alto y lejano

Por la puerta entreabierta
de su habitación
qué zarpazo
del silencio profundo
Cómo rasguña por dentro
esa franja de luz
Cuánta vida parada
en esa vislumbre fugaz

Se nos olvidaba  mujer
que ese trozo tuyo y mío
era nuestro dulce huésped:
vagabundo de su porvenir

Y ahora
nos acostumbraremos
a no oler su perfume 
de muchacho bueno
A no oír su voz templada
nunca por encima de un grito
¿Echaremos de menos
la sabiduría de su sencillez?
¿Y mis torpes manos
se apañaran sin las suyas?

He llenado dos copas
de ese dulce vino de orgullo
que achica además
la ausencia
Y contigo mujer
que te veo ahora
ordenando 
en su armario
la ropa que no se ha llevado
brindamos con miradas
que nos hacen
callar



                                                         TODO EL AMOR (2016)




EL ESPEJO DE LA BELLEZA

Mi primer contacto con la poesía de Rubén Lapuente fue en una librería de Logroño, buscando al azar un libro que me cautivara. Y eso fue, exactamente, lo que hicieron los versos de Días de  quimio y rosas (Uno Editorial), un poemario dedicado por entero a acompañar a la persona amada en el difícil trance de la enfermedad. Me senté en la butaca del local y me forcé a no leerlo del todo, a reservarme una lectura más privada y lenta. Me costó no leerlo de un tirón. Pensé que estaba escrito desde el alma y que alma llegaba. Pensé que era un libro bello y necesario.
He tenido el privilegio de leer antes de su publicación su última obra Todo el amor, y leyéndolo he recordado los versos de Cernuda “Los días de color variable, la libertad del color de mis ojos”. Así es como escribe y describe la cotidianidad  el autor: con la libertad y la pasión de su propia querencia. Ya en el primer poema Garza blanca, encontramos los temas esenciales de la poética de Lapuente: el canto a lo sencillo, la placidez descriptiva, la nota rural. Poema tras poema el autor nos va adentrando en un universo doméstico particular en el que los más afortunados podrán reconocerse. Un universo lleno de ternura cómplice pero no exento de alusiones explícitas a la sensualidad, como en Carmín y Parada y fonda.
Mención especial merece su poema Dulzura -que qué quiero de ella- donde, una vez más, Lapuente consigue desbrozar lo que subyace en una escena conyugal con maestría. 

Tomando prestados los versos del autor y a modo de consejo me atrevo a subrayar estas líneas: “déjate llevar que la sencillez es el espejo de la belleza”. La gran invitación de este poemario. Dejarse llevar por el claro transcurrir de este río poético que, como el buen vino, consigue fijar en las pupilas del lector el sabor de lo esencial, lo que perdura.
Disfrútenlo.
Anay Sala Suberviola
Barcelona, julio de 2016

CARMÍN


Date carmín
Raudal de arrebol
¡Date ya!
Y déjamelo
de montura de los vasos
Y en la luna del armario
a la altura de mi boca
o de mi bálano…
¡Quiero verlo!

A la noche
Oh guerra de amor
¡Date luz de cera de rubí!
Y píntame ya
pincel de tus labios

¡Que quiero boca de carmín!
¡Que quiero sangre de besos!

Y al irte
de madrugada
clávamelo tembloroso
en mi espalda
dulce  abierto
y oscuro




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10€ cada uno, dedicados.

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