En mi mano un jabón
de los que hace Marta
pero
para que te laves la cabeza
a la manera
de como lo hacía
aquella lavandera de antaño
que restregaba
que sacudía la ropa en el río
llenándola otra vez
de limpio sol de domingo…
Y a la que
por momentos
le ardían las manos en la
espuma…
Marta se pone
el delantal
y parece
como si fuera a hacerte
unas magdalenas caseras
pero lo que
en realidad amasa
es una harina
que hace con arcilla roja
empapada en una
amalgama de aceites:
hoy toca el de palmarrosa
con el de cedro del atlas
bajo el surtidor
de el de lavanda…
que así la nieve
del fondo de tus greñas
se derrite
poco a poco
que así
ya no van sintiendo
cada uno de tus cabellos
esa pequeña
punzada
de aguja de dolor
la que te hace
a ciegas disparar
la metralla de tus uñas…
Y todo le viene
por leer en el reverso
de un bote de cosmética
ese elenco de actores
de nombres
tan macabros
que le hicieron sospechar
que de ese vientre de alquimia
nunca saldría
esa necesaria
ceremonia nupcial
de una piel
con su pócima de amor…
Y así
le nace este jabón virgen
que bajo la ducha
al restregarme yo con él
la cabeza
me parece
que es aquella misma
lavandera de antaño
la que ahora
en vez de ropa cansada
se lleva mis cabellos
a lavarlos al río
y a la que
por momentos
le brillan las manos en la espuma
©Rubén Lapuente
A
Marta Arjona